miércoles, 11 de junio de 2014

¡Soy tu zorra! Fóllame contra la puerta! Capítulo I.

Sabía que iba a pasar...Nos habíamos que cruzado ya más que palabras, en realidad nos habíamos visto dos veces y en ambas ocasiones, la intensidad iba en aumento...pero esta sería la vez que la bomba iba a estallar de verdad. Yo lo deseaba y ella lo deseaba. Perseida quería más. Y lo quería ya.

Ese fin de semana, de un calor insoportable aquí en el sur, era el típico para ir a la playa, y estar el día entero vagueando. Pero no. Ella quería verme en su casa. Mi respuesta fue clara..."así como entre por la puerta, me desnudo que hace un calor insoportable" a lo que ella, además de no decir que no, añadió, "a lo mejor no pasas de ahí".

Total, solucionados mis asuntos, llegué a un Mojacar y me fui a su apartamento. Había que llamar por esos porteros automáticos de composición de números que sirven también como código de entrada. Un coñazo.

Busqué el piso, 4ºB y marqué la secuencia, 38 y campanilla. "Hola soy yo"."Pasa". Y enfilé el ascensor y al 4 piso y de ahí a la puerta B. Llamé al timbre y tras un corta espera, pero creo que demasiado larga, se abría la puerta y Perseida me recibía desnuda. La miré. La volví a mirar, y pasaron segundos. Y no dudé en besarla. Quería devorarla. Y se notaba que ella a mi también. Me comía la boca salvajemente. Me recordaba su ansia por comerme la polla. Le apasiona.

Pero mis neuronas pensaron que sería mejor más acción y sobre todo, pillarla desprevenida. Así, que me despegué casi nada de ella, lo justo para girarla y empotrarla con fuerza contra la puerta. Y se escuchó un gemido. Al tiempo con ella aprisionada contra la pared, me deshice del pantalón que caía, y el boxer a la vez y empecé a clavarla duramente contra la puerta. Las primeras embestidas no supe si eran de dolor o de placer. Las siguientes claramente de placer. Estaba chorreando.Como le ponía esa fuerza bruta, casi bestialidad. Lo había podido captar, cuando charlábamos de sexo, muy a menudo, nos gustaba divagar sobre las fantasías, y siempre denotaba que ella quería más. No quería simple sexo de metesaca. Necesitaba sentir pasión a raudales.

Así que como digo, mi polla, estaba follándola salvajemente contra la puerta, y ella no dejaba de gemir...cada vez más intensamente y con más sonoridad. Era un escándalo de mujer. Gritona y muy mojada. Y de sus entrañas salió, "soy tu zorra, fóllame contra la puerta"...


Y claro, sin olvidarnos que era multiorgásmica, desde casi el principio de cualquier encuentro. Era un empiezo y no paro.Y así era, y estaba siendo en ese momento. Se corría una y otra vez, y yo en la gloria. Pero quería más. Así que sin dejar de tenerla aprisionada con mi cuerpo y mi polla contra la puerta, la descabalgué un poco y decidí follarle ese culito que me encantaba, pero esta vez, un poco más fuerte y sobre todo duro.

Sin dudarlo, se la clavé de un golpe certero. Y noté como se quedó inmovil. Creí que le había atravesado el alma con mi polla. Un grito seco retumbó en aquel pasillo. Pero aquel grito dio paso a un movimiento muy lento de su culo. Y en menos de un minuto, mi polla estaba deslizándose en su culo con toda la facilidad del mundo.

Era curioso, no era una gran practicante del sexo anal, según me había comentado, pero después de nuestra primera experiencia, el gusanillo, le había picado. No entendía como se había perdido tanto en sus 30 años de vida. Una descarga tan intensa de placer y adrenalina, mezclada con morbo y pasión. Eso era lo que ahora mismo estaba atravesando su cuerpo. Y claro, esa mezcla bruta de fuerza y sexo anal, me llevaron a descargar por primera vez dentro de Perseida, allí contra aquella puerta.

Perseida era un flan. Entre rota, caliente y deseosa. Quería más y se notaba. Se movía, se deslizaba sobre mi polla,  una y otra vez. Le gustó y le gustaba.

Así que no me fue difícil volver a descargar otro orgasmo caliente en su culo y volver a notar como se rompía otra vez de placer. Era multiorgásmica y estaba descubriendo que podía también tener orgasmos anales. Nunca pensó tal cosa, pero estaba encantada.

Tras un rato más, decidimos pasar al sofá.... y pasar un rato de relax....que para Perseida significaba comerme la polla. Ese era su relax. Podía estar horas y horas. No se cansaba, era como su hobby. Así que me entregué a un placer infinito de una boca que es perfecta para mi polla, que se gusta mutuamente. Ella quería más, y yo disfrutaba más. Ella lo notaba y yo me calentaba. Era un círculo vicioso, pero, estaba feliz.

Aquella tarde no había hecho más que comenzar. Lo que vendría después sería una mezcla de sumisión, dominación, posesión y un toque salvaje de sexo...pero el capítulo II, ya está en el borrador.