Perseida sabía que habría un antes y un después de aquella tarde. Todavía recordaba lo que había pasado. Aquel casi desconocido se había apoderado de su cuerpo. En aquella tarde había descubierto que el sexo con intensidad sería ya parte de su vida. Una nueva sensación había descubierto.
Aquel cabrón, como luego me llamó, la folló con unas ganas inmensas, con unas ansias salvajes. Nunca nadie la había tratado así. Los primeros momentos iniciales para tantear, sirvieron para una follada salvaje e inolvidable. Ella no dejaba de recordar que le gustaba mucho comer una polla, pero aquel hombre, le folló la boca, estaba empeñado en agarrarle la cabeza, y clavarle la polla hasta el fondo de su garganta. En algunas conversaciones que habían tenido, ella le había mostrado su preferencia como gran adoradora y lamedora de una polla que le gustase, pero esto era distinto y ella lo entendió y le gustó: Siempre ella ganaba la partida, siempre derrotaba a los hombres con su boca, pero este tío, se hizo dueño de su cotizada arma sexual, y pasó de poseer a ser poseída. Ahí empezó todo.
Durante más de 20, aquel hombre casi le atragantó varias veces. Ella no entendía muy bien tanto ímpetu, pero, como ella después confirmó, su coño no dejaba de mojarse cada vez que él imprimía más fuerza y la polla llegaba más al fondo de la garganta. Era una nueva sensación. Casi ahogada, la polla muy mojada, esa saboreando, y los ojos vidriosos y llorosos. Todo nuevo, todo distinto, todo intenso.
Y él le azotó, sí, en uno de esos momentos, él le pegó fuerte en su culo. Y ella no rechistó. Se limitó a recibir aquellas palmadas fuertes. En ese momento, recordaba que todos los hombres que pasaron por su vida, fuesen amigos, amantes o ex-novios, con todos el sexo fue más tradicional. Sin embargo algo era distinto ya. Una sensación nueva esa tarde invadía aquel dormitorio.
Y tras esos momentos iniciales él, le empezó a comer el coño como si fuese a devorarlo, sí, con garra, casi mordiéndolo, y ella sentía que se iba, una y otra vez porqué era multiorgásmica y su clítoris hacía aguas por aquella intensidad desbordante, hasta ahora desconocida. Un casi extraño, apropiándose de su cuerpo, de cada centímetro cada vez que hacía algo. Le habían follado muchos hombres, en realidad, ella a ellos, pero éste era distinto. Le estaba follando él a ella, no le dejaba tomar ninguna iniciativa, se sentía invadida, sin capacidad de acción, pero le gustaba. Y cada momento sexual era ir ganando más y más intensidad.
Cuando llegó el momento de follar, él la ordenó ponerse a cuatro patas en la cama, y empezó a clavarle la polla así. En principio no parecía nada extraño, hasta que ella notó que en realidad la estaba follando pero embistiendo. Se estaba ensañando con cada golpe de polla en su coño. Y ella lo notaba, y a ella le gustaba. Otra nueva sensación, que se incrementó cuando le agarró del pelo, pero no como le hicieron alguna vez, suave, para separarlo de la cara y besarla, no. Le agarró del pelo y tiró fuerte de ella hacia atrás, y tras soltar varios gemidos, él se acercó a su oído, y con su inconfundible voz, le habló para decirle " ¿Te está gustando como te estoy follando puta?" ¿Tu coño chorrea como una zorra por usarte así, verdad?" y acto seguido, empezó a tener varios orgasmos en cascada.
Ella no lograba entenderlo pero la nueva situación le desbordaba ya. A cada nueva cosa que le estaba haciendo más se mojaba, más caliente se ponía y más ganas tenía de seguir probando cada idea o acción que se le pasaba a él por la cabeza.
Pero esas palabras retumbaban en su mente mientras él le seguía follando. En un momento, la desmontó, le dio la vuelta y empezó a follarla en misionero, pero al igual que antes, era distinto a lo que había probado antes. La besaba como si la quisiese devorar, la follaba como si quisiese atravesar la cama, así una y otra vez, y ella se dejaba hacer. Hasta que llegó el momento que nunca olvidará.
En un abrir y cerrar de ojos, él se salió de su coño y con un acto reflejo, la giró con fuerza y la tumbó boca abajo en la cama, y de un sólo golpe le metió la polla en el coño, y aplastó todo su cuerpo con tanta fuerza que sintió una losa encima, que además respiraba en su cuello. Era así, todo fuerza, todo pasión, y un toque de brutalidad, que le estaba gustando mucho. Bueno, no, muchísimo. Ese era el problema, era todo nuevo, pero era algo que le resultaba morboso y con muchísima tensión sexual.
Y volvió. Repitió el tirón del pelo, y la manera de encajar la polla con mucha fuerza, y volvió a decirle "Te gusta zorra", y en ese momento recordó que nadie le había llamado ni zorra ni puta nunca. Ni mientras follaban. Pero le gustó. Le estaba gustando todo. Y ella articuló palabra, para lograr decir, "sí me gusta"...y él repitió "¿que te gusta zorra?" y su respuesta fue inmediata "Me gusta como me follas". Sí lo tenía claro. Ese tío, yo, le gustaba como le estaba follando. Nunca nadie le había follado así. Tampoco nadie le había hablado así. Y tampoco nadie le había hecho lo que fue el momento inmediatamente posterior a esas palabras que pasó.
Tras esa respuesta, el seguía en la misma posición: Ella debajo, totalmente aplastada. Él con su polla bombeaba su coño, y con una mano tiraba del pelo, semiarqueándola. Hasta que él, sacó la polla del coño, y empezó a metérsela en el culo, despacio, pero convencido y sin rechistar.
Ella anteriormente con otros hombres lo había intentado, en algún caso, un par de minutos había dejado hacerse, pero nadie le había follado el culo. Él lo tenía claro. Esa polla que iba a entrar, no iba a salir de ahí hasta que se corriese.
Y así fue, empezó a imprimir más ritmo y fuerza a la follada, y ella estaba abriéndose, poco a poco, más y más, hasta que notó que se sentía llena, y volvieron a sentirse sus palabras en los oídos "Sabes que eres mi puta, y que este culo será sólo mío, ¿verdad Perseida?", y ella totalmente concentrada en esa polla oía vagamente sus palabras, pero resonaba "puta" en su mente...hasta que notó que él, estaba literalmente destrozándola de la intensidad y la fuerza con la que le estaba follando.
Sí, nadie le había follado el culo, y nadie lo había hecho, obviamente, con semejante ímpetu. La cuestión es que a ella, le estaba encantando. Y en ese momento de su boca salieron unas palabras.... "soy tu puta, sí, me encanta serlo...."
No sabía ni como, ni porqué, pero en ese momento decidió y le apeteció decir eso. Y esas palabras sólo sirvieron para que la follada tuviese más ritmo, más ímpetu, y que el orgasmo de él, empezase a asomarse, ya que los de Perseida, simplemente no dejaban de seguir, uno tras otro.
Y llegó, llegó todo ese estallido de leche caliente dentro de su culo y Perseida se volvió literamente loca de placer y calentura. Había llegado el momento de decidir "ser tu puta para siempre....."
Para tí, H."petit".
Para tí, H."petit".